Ese día te levantaste más
temprano que de costumbre. Te bañaste con agua sorpresivamente tibia, te
afeitaste con excesiva precisión y desayunaste con un apetito excepcional. A la
mesa, tu mujer, admiraba aquel cambio de actitud, así, seguramente hallarías
algún empleo.
- Me voy,
llego tarde a mi cita. – Dijiste con voz entre cortada.
- Dales lo
mejor de ti y verás como si lo consigues.
- Así lo haré.
– Respondiste mientras cerrabas la puerta.
Ansioso acudiste puntual, a las
doce menos cinco, entre admirados personajes que anteriormente y día a día, te
habían visto caminar de un lado al otro, mugroso y cabizbajo.
- Así se hace.
– Te gritaban.
Te esperaba ansiosa en lo más
profundo de la estación Balderas. La miraste, sus brazos se extendían con una
sorpresiva incondicionalidad. Nadie sospechaba de tu encuentro con ella, a
pesar de que todos miraban sorprendidos el abrazo que te daba. Puntualmente,
mientras el metro y la electricidad los ocultaban por siempre. Jorge no tendría
que volver a buscar empleo.
® 2017, Andrés Castuera-Micher. Renglones que Saben a Ciudad"