Te bañaste con agua sorpresivamente tibia, te afeitaste con excesiva precisión y desayunaste con un apetito excepcional.
A la mesa, tu mujer admiraba aquel cambio de actitud, así, seguramente hallarías algún empleo.
- Me voy, llego tarde a mi cita. – Dijiste con voz entre cortada.
- Dales lo mejor de ti y verás como si lo consigues.
- Así lo haré. – Respondiste mientras cerrabas la puerta.
Ansioso acudiste puntual, a las doce menos cinco, entre admirados personajes que anteriormente, día a día te habían visto caminar de un lado al otro mugroso y cabizbajo.
- Así se hace. – Te gritaban.
Te esperaba ansiosa en lo más profundo de la estación Balderas.
La miraste, sus brazos se extendían con una sorpresiva incondicionalidad.
Nadie sospechaba de tu encuentro con ella a pesar de que todos miraban sorprendidos el abrazo que te daba.
Puntualmente, mientras el metro y la electricidad los ocultaban por siempre.
® 2006, Andrés Castuera-Micher.
Publicado en 2017 en el libro "Renglones que Saben a Ciudad"
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Ya me imaginaba el "desenlace" por arreglarse tanto :D, gracias por compartirlo Andy, abrazos ^o^
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