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16/5/12
Su Viaje, Don Mario ha sido muy largo
Mil noventa y cinco días, vate
y yo sigo esperando su regreso.
¿Que le voy a hacer si lo extraño tanto, maestro?
¿A qué hora nos dice en que avión,
en que asiento de clase turista
y a que aeropuerto hay que ir a recibirlo?
Ya son tres años, Don Mario,
para broma estuvo bueno,
para exilio es bastante
y para viaje ya está sobrado...
Su viaje, Don Mario, ha sido muy largo
yo sé que se fue a un lugar mejor
que de este mundo que se saca el corazón a palos
se está riendo a carcajadas
pero no dude en volver,
mire que estamos jodidos, radiantes, viceversados
y dicho en palabras simples, lo extrañamos.
¿Qué le escribo?
Me dan ganas de recordarle sus poemas
cada uno
cada renglón
cada letra
para que entienda por que es usted imprescindible
y se anime a quitar la lápida
y reventar el Cementerio de Montevideo a punta de versos añejos...
Su viaje, Don Mario, ha sido muy largo,
porque se llevó consigo los renglones del poema nuestro de cada día
y ya son mil noventa y cinco poemas no escritos
son todos esos días pasando hambre sin el verso preciso...
Le quiero gritar al ras de ese ataúd de madera oscura
que lo necesito
que usted al tercer año debería resucitar de entre los poetas muertos
para cantarle al mundo una de esas canciones que lo hacen girar un poco...
Regrese, Don Mario
acá hay un lugar del tamaño de su ausencia
con un mate caliente
un libro inconcluso
y la pluma afilada...
Tengo que decirle
que hay unos más cuerdos y menos indispensables
que insisten en recordar su muerte
y que a cada número le ponen año
y a cada año le suman otro
y que publican en la página doce que son tres años de su muerte...
Yo ya les dije que es cuestión de tiempo
que su viaje es largo
pero no interminable
porque los poetas no se mueren cuando son necesarios...
Su viaje, Don Mario, ha sido muy largo...
... mientras nos avisa la parada del autobús en que hay que ir a recogerle
voy a leer sus poemas de la oficina aderezados con los de hoy por hoy
salpimentados con sus letras de emergencia
y por supuesto, una vez más, la Tregua
que deshojada sigue declarando la guerra al que olvida.
Su viaje, Don Mario, ha sido muy largo.
¿Que tal si de pronto regresa
y nos olvidamos de esas nimiedades de su muerte.
Mayo 17, 2012.
®Andrés Castuera-Micher
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10/5/12
Hoy les voy a compartir a mi madre
Hoy les voy a compartir a mi madre
porque tengo mamá de sobra
porque tengo mucha madre...
Yo me la quedo del 11 al 9 de Mayo
el 10, se las presto...
A quienes necesiten
guardar un secreto
les presto el alma de mi madre
que guarda cientos, miles
cómo si guardara sólo uno..
A quien esté desesperada
le puedo prestar los oídos de mi madre
son enormes
y pueden escuchar veinte voces a la vez
y responder a cada una
plenamente...
cómo si tuviera las palabras perfectas...
y hablando de palabras
a quienes no tendrán hoy una de consuelo,
les presto la boca de mi madre
que dice las cosas con el tono adecuado
en el momento necesario...
hoy, les presto el corazón de mi madre
para que nadie se sienta solo
para que no haya tristeza en este día
para que todas y todos se sientan hijos
de una madre extraordinaria...
El abrazo de mi madre
se lo presto hoy a los desconsolados
a los que están lejos de casa
para que sientan el calor
que a mí
me ha quitado el frío de por vida...
Las manos de mi madre
van para quien no se pueda levantar
para quienes requieren de esa palmada en la espalda
que sólo mi madre sabe dar sin lastimar
y de forma incondicional.
Pero mañana
les pido devuelvan cada trozo de madre
porque la voy a necesitar
cómo la he necesitado siempre...
hoy,
hoy se las presto
porque tengo mucha madre...
Mayo, 10, 2012.
®Andrés Castuera-Micher
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8/5/12
¿Sabes algo de Mariana? Crónica décimo primera
¿Sabes algo de Mariana?
Yo sé que tiene las manos partidas por el cloro, el jabón, las fibras, los trapos, los pisos, los muebles, los vidrios, el cochambre el polvo y la edad...
Y el corazón, aunque nadie lo ve y a nadie parece interesarle, también lo tiene partido...
Ahora tiene setenta y tres años, casi no ve, camina encorvada y los domingos ha dejado de salir, en su pueblo han muerto varios hermanos, amigos... sus padres desde hace mucho, pero ella a penas podría reconocer la calle principal de aquel rincón de Oaxaca, porque hace más de cincuenta años y doce parientes muertos que no ha ido...
Cuando Mariana tocó el timbre de aquella puerta enorme de madera, tenía quince años, los ojos brillantes, la carne morena y firme, la caderas afiladas, el cabello largo, el español confundido con su natal mixe y también tenía miedo...
Doña Susana abrió la puerta y miró con desprecio, cómo lo haría hasta el día de su muerte a la "indita" con su falda café hasta los talones y su blusa tejida de manta, Mariana le sonrío mostrando sus dientes chuecos pero blancos...
Mariana nunca supo que su vida cambiaría de una vez y para siempre...
Doña Susana le mostró su pequeño cuarto en la azotea y la enorme casa que tendría que limpiar, barrer, sacudir y trapear diariamente por mil doscientos pesos al mes además de lavar los trastes, y los dos autos enormes, preparar el desayuno, la comida, la cena para los tres hijos y la cena para Don Gustavo, sacar a pasear los dos enormes y fieros perros, arreglar los dos patios y el jardín, planchar y doblar la ropa...
Mariana aceptó y de inmediato cambió su blusa y falda por un uniforme de rayas rosas y blancas con delantal blanco que de inmediato sería descontado de su primer salario...
El primer salario de Mariana tardó más de tres meses, los domingos no pudo salir por falta de dinero pero tampoco podía andar por la casa a menos que cooperará con los trabajos dominicales...
Doña Susana le enseñó a cocinar a base de gritos, quemaduras, (algunas graves) y golpes por tirar la jarra, y romper algunos platos que también fueron descontados...
De los tres hijos, uno de ellos, Gustavito, al que llamaba el patroncito, se dedicaría por muchos años a hacerle la vida imposible, cuando no le pegaba, le escupía, le llenaba los trastes de lodo y tierra y se burlaba del poco español de Mariana...
Cuando llevaba a sus amiguitos de la secundaria, amarraban a Mariana para levantarle la falda del uniforme y verle los calzones y tocarle las piernas y los senos...
Doña Susana por supuesto nunca creyó las historias que medio entendía de Mariana y en varias ocasiones la encerró por mentirosa...
Cuando Mariana podía salir los domingos, el poco dinero que tenía se le iba en los pasajes al metro Chapultepec y en tres ocasiones se perdió por lo que llegó tarde el Lunes por la mañana, lo que la tuvo sin salir por un mes, y así, sucesivamente, los paseos de Mariana se redujeron a salir una vez al mes, con la esperanza de ahorrar para ir a ver a sus padres al pueblo...
Mariana no regresaría al pueblo, pero ella no lo sabía...
Don Gustavo solía gritar a Mariana por cada tortilla fría, por cada cajón mal cerrado, por las revistas fuera de lugar, por los perros sucios o las manchas en el parabrisas de su auto...
Se acabaron las navidades para Mariana, se acabaron los años nuevos...
Pasó el tiempo y el patroncito comenzó sus lecciones de anatomía en solitario con Mariana, hasta quitarle un día los calzones, el uniforme y toda la ropa interior...
Mariana trató de evitarlo pero el patroncito le quitó todo su dinero y prometió dárselo el día que se dejara tocar todita, sin ropa...
Las palizas de Doña Susana ya no le dolían...
Mariana llegó a sus veintiseis años con un español a medio hablar, sin saber leer o escribir más allá de los pedidos de la tienda y sin regresar a su pueblo...
El patroncito ya tiene diecisiete y el dinero que le quitó a Mariana aquella noche lo gastó con sus amigos en la cafetería de la escuela, apenas alcanzó para cuatro papas a la francesa y dos seven up de medio litro... pero era el sueño de Mariana de poder ir a Chiquihutlán...
Doña Susana y Don Gustavo se fueron todo aquel fin de semana, la tía Samantha no llegó sino hasta el sábado a cuidar a sus sobrinos.... el patroncito subió al cuarto de Mariana y esta vez la tocó completa, le besó la piel morena y cuando Mariana despertó no pudo hacer mucho, los golpes fueron suficientes para acabar con su resistencia.. el patroncito la penetró, era la primera vez para ambos, pero sólo uno lo estaba disfrutando... Mariana no conoció el amor antes de conocer el dolor de una violación que se repetiría por muchas noches ante la amenaza de ir a Oaxaca a matar su mamá si decía algo a Doña Susana...
El día que el patroncito se casó, Mariana por fin sonrío después de seis años de dormir con miedo y amanecer con sangre en las sábanas...
Mariana perdió dos hijos del patroncito.... Él mismo fué quien llevó a aquella señora a practicar una especia de aborto chamánico a base de hierbas y agujas...
Si Mariana lo hubiera deseado, nunca hubiera podido tener hijos de nuevo...
Mariana a sus cuarenta sigue ganando el mismo sueldo, al menos ya no le cobran los platos.
Don Gustavo se fue de la casa y Mariana se volvió el paño de lágrimas de Doña Susana por las noches pero el saco de boxeo de sus arranques durante el día...
Una navidad el patroncito fue con su esposa y su bebé a la cena, pero no dejo de ver las piernas de Mariana y aquella noche, regresaron las pesadillas...
Mariana enfermó gravemente...
El doctor fue a casa de Doña Susana tres semanas después cuando apenas podía caminar...
Las medicinas fueron descontadas de su salario durante años...
Mariana fue la mejor enfermera para Doña Susana cuando fue la patrona la enferma principal.
Hoy Mariana está haciendo sus maletas casi ciega, casi coja...
Doña Susana ha muerto, la casa ha sido vendida con Mariana dentro, nadie se preocupó por ella, los hermanos del patroncito han pactado la entrega sin percibir los pasos de Mariana por la escalera de servicio... el patroncito no ha vuelto a esa casa desde aquella Navidad....
Mariana tiene que irse, se ha puesto su falda café que le llega a las varices de la pantorrilla y su blusa de manta apenas ajusta sus enfermos senos...
Mariana no recuerda como llegar a su pueblo...
Mariana está muy enferma, tiene cáncer, pero eso no lo supo nunca...
Un poco ciega, un poco coja, un poco triste... Mariana tiene que irse...
Perdón, Mariana, perdón.
Yo sé que tiene las manos partidas por el cloro, el jabón, las fibras, los trapos, los pisos, los muebles, los vidrios, el cochambre el polvo y la edad...
Y el corazón, aunque nadie lo ve y a nadie parece interesarle, también lo tiene partido...
Ahora tiene setenta y tres años, casi no ve, camina encorvada y los domingos ha dejado de salir, en su pueblo han muerto varios hermanos, amigos... sus padres desde hace mucho, pero ella a penas podría reconocer la calle principal de aquel rincón de Oaxaca, porque hace más de cincuenta años y doce parientes muertos que no ha ido...
Cuando Mariana tocó el timbre de aquella puerta enorme de madera, tenía quince años, los ojos brillantes, la carne morena y firme, la caderas afiladas, el cabello largo, el español confundido con su natal mixe y también tenía miedo...
Doña Susana abrió la puerta y miró con desprecio, cómo lo haría hasta el día de su muerte a la "indita" con su falda café hasta los talones y su blusa tejida de manta, Mariana le sonrío mostrando sus dientes chuecos pero blancos...
Mariana nunca supo que su vida cambiaría de una vez y para siempre...
Doña Susana le mostró su pequeño cuarto en la azotea y la enorme casa que tendría que limpiar, barrer, sacudir y trapear diariamente por mil doscientos pesos al mes además de lavar los trastes, y los dos autos enormes, preparar el desayuno, la comida, la cena para los tres hijos y la cena para Don Gustavo, sacar a pasear los dos enormes y fieros perros, arreglar los dos patios y el jardín, planchar y doblar la ropa...
Mariana aceptó y de inmediato cambió su blusa y falda por un uniforme de rayas rosas y blancas con delantal blanco que de inmediato sería descontado de su primer salario...
El primer salario de Mariana tardó más de tres meses, los domingos no pudo salir por falta de dinero pero tampoco podía andar por la casa a menos que cooperará con los trabajos dominicales...
Doña Susana le enseñó a cocinar a base de gritos, quemaduras, (algunas graves) y golpes por tirar la jarra, y romper algunos platos que también fueron descontados...
De los tres hijos, uno de ellos, Gustavito, al que llamaba el patroncito, se dedicaría por muchos años a hacerle la vida imposible, cuando no le pegaba, le escupía, le llenaba los trastes de lodo y tierra y se burlaba del poco español de Mariana...
Cuando llevaba a sus amiguitos de la secundaria, amarraban a Mariana para levantarle la falda del uniforme y verle los calzones y tocarle las piernas y los senos...
Doña Susana por supuesto nunca creyó las historias que medio entendía de Mariana y en varias ocasiones la encerró por mentirosa...
Cuando Mariana podía salir los domingos, el poco dinero que tenía se le iba en los pasajes al metro Chapultepec y en tres ocasiones se perdió por lo que llegó tarde el Lunes por la mañana, lo que la tuvo sin salir por un mes, y así, sucesivamente, los paseos de Mariana se redujeron a salir una vez al mes, con la esperanza de ahorrar para ir a ver a sus padres al pueblo...
Mariana no regresaría al pueblo, pero ella no lo sabía...
Don Gustavo solía gritar a Mariana por cada tortilla fría, por cada cajón mal cerrado, por las revistas fuera de lugar, por los perros sucios o las manchas en el parabrisas de su auto...
Se acabaron las navidades para Mariana, se acabaron los años nuevos...
Pasó el tiempo y el patroncito comenzó sus lecciones de anatomía en solitario con Mariana, hasta quitarle un día los calzones, el uniforme y toda la ropa interior...
Mariana trató de evitarlo pero el patroncito le quitó todo su dinero y prometió dárselo el día que se dejara tocar todita, sin ropa...
Las palizas de Doña Susana ya no le dolían...
Mariana llegó a sus veintiseis años con un español a medio hablar, sin saber leer o escribir más allá de los pedidos de la tienda y sin regresar a su pueblo...
El patroncito ya tiene diecisiete y el dinero que le quitó a Mariana aquella noche lo gastó con sus amigos en la cafetería de la escuela, apenas alcanzó para cuatro papas a la francesa y dos seven up de medio litro... pero era el sueño de Mariana de poder ir a Chiquihutlán...
Doña Susana y Don Gustavo se fueron todo aquel fin de semana, la tía Samantha no llegó sino hasta el sábado a cuidar a sus sobrinos.... el patroncito subió al cuarto de Mariana y esta vez la tocó completa, le besó la piel morena y cuando Mariana despertó no pudo hacer mucho, los golpes fueron suficientes para acabar con su resistencia.. el patroncito la penetró, era la primera vez para ambos, pero sólo uno lo estaba disfrutando... Mariana no conoció el amor antes de conocer el dolor de una violación que se repetiría por muchas noches ante la amenaza de ir a Oaxaca a matar su mamá si decía algo a Doña Susana...
El día que el patroncito se casó, Mariana por fin sonrío después de seis años de dormir con miedo y amanecer con sangre en las sábanas...
Mariana perdió dos hijos del patroncito.... Él mismo fué quien llevó a aquella señora a practicar una especia de aborto chamánico a base de hierbas y agujas...
Si Mariana lo hubiera deseado, nunca hubiera podido tener hijos de nuevo...
Mariana a sus cuarenta sigue ganando el mismo sueldo, al menos ya no le cobran los platos.
Don Gustavo se fue de la casa y Mariana se volvió el paño de lágrimas de Doña Susana por las noches pero el saco de boxeo de sus arranques durante el día...
Una navidad el patroncito fue con su esposa y su bebé a la cena, pero no dejo de ver las piernas de Mariana y aquella noche, regresaron las pesadillas...
Mariana enfermó gravemente...
El doctor fue a casa de Doña Susana tres semanas después cuando apenas podía caminar...
Las medicinas fueron descontadas de su salario durante años...
Mariana fue la mejor enfermera para Doña Susana cuando fue la patrona la enferma principal.
Hoy Mariana está haciendo sus maletas casi ciega, casi coja...
Doña Susana ha muerto, la casa ha sido vendida con Mariana dentro, nadie se preocupó por ella, los hermanos del patroncito han pactado la entrega sin percibir los pasos de Mariana por la escalera de servicio... el patroncito no ha vuelto a esa casa desde aquella Navidad....
Mariana tiene que irse, se ha puesto su falda café que le llega a las varices de la pantorrilla y su blusa de manta apenas ajusta sus enfermos senos...
Mariana no recuerda como llegar a su pueblo...
Mariana está muy enferma, tiene cáncer, pero eso no lo supo nunca...
Un poco ciega, un poco coja, un poco triste... Mariana tiene que irse...
Perdón, Mariana, perdón.
© Andrés Castuera-Micher
Publicado en mi libro ¿Sabes Algo de Mariana? (2012)
Fotografía de la adaptación teatral realizada en 2016.
Actriz: Lupita Arellano
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