A los tres que habían muerto
parecía que los habían agarrado a balazos.
Tú, no podías dejar de gritar y
como que no queriendo la cosa te tuve que tapar la boca para que dejaras de
gritar.
- ¿O qué? – te
decía - ¿quieres que los que acabemos baleados seamos nosotros?
Ya tu hermanito se había callado
y dejado de llorar. Esa manía suya de usar esos estúpidos tenis blancos con
caritas felices que ahora se tenían con el rojo-agua mugrosa.
Yo ni te conocía, pero se notaba
que nunca habías escuchado el ruido de los balazos, de pronto, los que estaban
escondidos detrás del puesto aledaño, deseaban a gritos que te dieran a ti para
que te callaras, y es que tus gritos se oían en toda la cuadra, y los tipos
armados seguían nerviosos disparando a todos lados.
Desde el interior del camión ya
nadie gritaba, estaba lleno de muertos. Y de gente tomando fotografías de los
cadáveres desde las ventanas, importaba más un puñado de “likes” que la vida
misma…
Uno de los que habían causado
todo salió corriendo en dirección a donde tú estabas llorando sobre el cuerpo
de tu hermanito callado, muerto y callado…
Lo miraste de frente y yo escuché el ruido de otra bala…
Esos cabrones no saben hacer otra
cosa, te dije, déjalos… Pero tu necedad yacía tirada en plena calzada, ante la
indiferencia del paradero, el chavito, de la edad de tu hermano, seguía
corriendo, más adelante, según esto, también lo mataron…
Yo me quité la chamarra para
cubrirte a ti y la camisa para tapar el rostro de tu hermanito… Por eso es que
estaba corriendo semidesnudo y lleno de sangre entre la gente… Pero el de la
patrulla no me cree, dice que ya me cargó al chingada… Ojalá pudieras hablar y
decirles que yo sólo estaba tapándote la boca para que no gritaras… Que ni te
conocía pero que venía sentado atrás de ti mirando como te acomodabas el
cabello mientras tu hermanito se recargaba en tu hombro…
® 2010, Andrés Castuera-Micher. Publicado en 2017
en el libro "Renglones que Saben a Ciudad"
.. siempre ke te leo...WOW
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