le entregué todo,
ella no lo quiso,
no me quiso
"soy de madera, no puedo quererte".
La visité por años,
hasta que un día la encontré abrazada a un leñador
"es que soy de madera".
Se casó con él y la puso a vender pollos rostizados, para que, el fuego,
fuera quemando poco a poco su alma,
mientras, con su hacha,
iba cortándole los sueños, trozo a trozo.
Un día fui a salvarla
"soy feliz, soy de madera", repetía mientras olvidaba como llorar...
Supe que, finalmente
se había entregado a las llamas,
traté de recobrar sus cenizas para que no se sintiera sola,
fue inútil.
Nunca más supe de ella.
Y es que las muñecas de madera
no tienen corazón,
por eso se roban el de uno.
©2014, Andrés Castuera-Micher
Inédito.
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Aww que triste historia con tan triste final, ojalá que aquel soñador haya encontrado un mejor final para él. Gracias por compartirlo Andy :'(
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