A cualquiera nos pasa,
que nos llega a tocar a la puerta
ese recuerdo al que no podemos abrirle
para sobrevivir.
Y sí, como a cualquiera,
nos dejará regando lágrimas en el café
y nunca nos perdonaremos
no haberle abierto
pero sabemos que sólo así
se puede seguir respirando.
A cualquiera nos pasa,
que nos toca que nos toquen a la puerta
en el momento más doloroso
y menos indicado.
A cualquiera le sucede,
de vez en cuando,
cuando menos lo necesitamos
que se ponga esa sonrisa
justo en la esquina donde la dejamos
entre las calles que llevan a los besos
pasando pora banca de las heridas,
y no puedes evitar voltear
y mirarla, cómo si no hubiera pasado nada,
pero justo, cómo pasó todo, hay que seguir de largo.
A cualquiera puede pasarle
que, por la noche,
después de un hermoso día sin recordar,
su memoria se mete en la cama
y las noches se mojan de lágrimas,
ausencia y melancolía,
cualquiera ha tenido noches
de esas que arruinan los días...
A cualquiera le pasa,
recordar lo que había olvidado
y olvidar que a, ese recuerdo,
le habíamos dejado la puerta abierta
por si acaso.
®2023, Andrés Castuera-Micher, inédito.
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