Si tan solo hubiera tenido
un poco de compasión
y me hubiera mentido uno o dos minutos más,
tan solo lo necesario para no creerle.
Si me hubiera dicho esto del otro, de que “yo” no era lo que usted soñaba.
Si me lo hubiera dicho en la cara,
con sus ojos
mirando los míos,
con sus labios todavía mojados de los míos,
con su mano tomando la mía.
Si hubiera sido un poco más valiente,
para seguir viviendo nuestra verdad,
que es la mentira de los otros,
pero es nuestra verdad.
¿Cómo me dice que lo ama?
Si él ni siquiera estaba en sus labios, ni en sus manos, ni en su cuerpo,
Vamos, ni siquiera estaba en su silencio.
Me hubiera seguido engañando a mi,
y no engañarse usted
con ese pasado que
le vendió aquel.
que ayer no estaba con usted
Es que sus ojos
saben mentir tan bien
y en su boca el “siempre” se oía tan verosímil
¿que cómo carajos saber que no se quedaría?
¿Para que me besó si luego me dejaría morir?
¿Para qué dijo lo que dijo?
¿Qué ganaba con enamorarme, con conquistarme?
si usted sabía que no iba a quedarse.
Habiendo tantos
corazones para
hacerlos mierda
¿por qué el mío?
Es que sus ojos mentían también y tan bien.
¿Sabe? Ayer soñé
que me besaba en Coyoacán y
que se enamoraba de mí.
Así son los sueños, pues,
cínicos, deliciosos y exquisitamente mentirosos...
® 2005, Andrés Castuera-Micher
De mi poemario inédito "En el exilio del exilio"
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