Usted se sabe quemar por dentro sin prender la sábana.Que bien enciende la fogata entre sus piernas
y me da sueños de fuego mientras estoy despierta.
Su cuerpo es el péndulo perfecto
y yo, ante su vaivén,
soy solo un punto de referencia...
y arde
y ardo
y va y viene
y nada mejor que venirse
en su lumbre y sentir como su fuego es el que extingue mi agua.
Es que sabe usted quemarse
tan bien allí dentro.
Quisiera que le prendiera lumbre a la sábana
y a mí también para poder acompañarle en ese delirio
en que su sombra me sedujo
y tuve que hacerle el amor.
Estaba celosa de su cuerpo
tan lejos y tan igual al mío
y entonces me desnudó
y paso a paso fueron nuestras sombras entregándose,
dejando de ser sombras por un instante
y se dejaron llevar por esas cosas que solo son del cuerpo
y fueron cuerpo.
Ni la luz de sus gritos
pudo esta vez desvanecerlas.
Usted, yo
y un buen disco de jazz,
en penitencia, en plenitud,
a un orgasmo de encontrar un objeto volador no identificado.
Míreme una vez más, para de plano renunciar a todo
y alcanzarla en su nube de fantasía,
recoger mi boleto de ida,
nada más el de ida
e irme siguiendo esos senos.
No tiraré migajas, no quiero regresar
aunque el fugarme con usted sea fugarme de mí misma.
La distancia más cercana
entre dos puntos
son las curvas de su cuerpo
y mi monte de Venus alineado al suyo...
Allá, se mide entre su espalda y sus senos y aquí es el espacio recreado en mi mente, inspirado en nuestras entrepiernas enlazadas...
No hay suficientes poemas para usted porque las que podrían amarle
nunca le vieron andar desnuda por la recámara.
Mañana es solo una referencia de que hoy estamos juntas
y, ayer, es un punto definido por el abrazo de nuestros cuerpos haciendo el amor ruidosamente entre las hojas del calendario
que se agitan inagotablemente cediendo el paso a nuestro tiempo.
No sé si exista un día después de éste en que nos vulneramos,
pero, ayer, doy fe, existe, porque queda la evidencia en nuestros cuerpos mojados...
Con frecuencia cuestionamos el tiempo mujer.
Pero “antes” es el momento justo en que mis manos están por tocarla, recorrerla, repasar sus detalles.
En este momento, entre su talle y sus labios,
existe quizá ese otro día al que llaman mañana,
No lo sé, quiero averiguarlo con usted...
®2000, Andrés Castuera-Micher
Inédito
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