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17/5/14

Carta a Benedetti desde la orilla del mundo.

Mario:

Hace cinco años que sobrevivo sin usted
por más que las letras, las de antes, las de siempre,
limpian los momentos de angustia con aquellos
renglones sutiles, verdaderos y transparentes,
a mi cerebro anclado al corazón ya no le bastan
y no puedo engañar a mi corazón anclado al hipotálamo...

Nunca piensa uno que debe sobrevivir sin el poeta,
sin el maestro, sin el vate, el tintómanos
el poegromante, el brujo del tintero, el de las historias
sencillas por tanta complejidad...

A usted Mario, se le evoca en cada tertulia
en cada exorcismo, en cada beso clandestino,
en cada poema censurado y en las bocas lapidadas... ojalá volviera.

Le escribo esta carta a la orilla del mundo, me vine acá, donde no me escuchan los dueños del mundo,  los que nos compraron la esperanza y los que escupen en el rostro de los legítimos dueños del ser humano que es el ser humano que no le ha puesto precio a su futuro en divisas en otro idioma.


Me vine acá, amigo, vate, andariego, porque acá, sus poemas siguen sabiendo a usted
y siguen con la tinta fresca o se ponen a secar al sol los que se mojaron cuando se fue.

Acá en la orilla del mundo, dónde sé es más fácil encontrarlo, porque acá están usted y los poetas y los que se le están cayendo al mundo por el exceso de pólvora y dólares.

Termino esta carta con cinco años en cada renglón, con los puntos suspensivos de una ausencia que, cómo todas, es irremediable, pero la suya, además, insustituible.

Acá en la orilla del mundo, con un pie en el abismo, voy a sembrar un olivo y a cada aceituna le contaré del Mario que algún día escribió poemas y que hoy se ha vuelto poesía.


® 17/V/2014, Andrés Castuera-Micher.