
son dos dígitos
un uno que nos recuerda la cantidad de Benedettis que tenía este mundo
junto aun cero que nos sentencia el número de poemas que nos va a seguir escribiendo.
Don Mario, todavía están frescas las lágrimas
y mi pluma sigue ondeando a media asta
porque se le siguen escurriendo a este mundo sus versos y los que jugamos el trillado y cansado juego de la poesía, no nos hemos resignado a su partida.
Llego pues a nuestra cita puntual del diecisiete de Mayo,
nada más así, con el alma partida en diez trocitos de ausencia
a redactar esta constancia sin acto notarial sobre seguirlo extrañando...
Sigo pues, recordándole entre sus vice versas, haciéndole el amor a Avellaneda
en las amarillas y exhaustas páginas de una Tregua que pide batalla a gritos
y cuento hasta dos y hasta tres, para seguir contando con usted
pero su silencio ya está abriendo heridas, viejas y nuevas...
No se ha secado su ausencia, esta bien fresca y tendida al sol en la azotea
pero no hay viento con el descaro suficiente para llevársela
usted no está, es evidente
usted no volverá, verdad científica y forense
yo lo quiero de vuelta, utopía tonta, terca y necesaria...
Ya son dos dígitos sin usted, Don Mario.
Y el parte de novedades no cambia
este mundo se sigue suicidando de la manera más tonta y lenta
las mujeres y los hombres ya no se miran a los ojos,
se enamoran a través de pantallas
se "guatsapean" Mario, ni le digo más de eso
porque se me vuelve a morir...
Resumiendo,
estamos jodidos, no radiantes
más lo primero que lo segundo
y hemos perdido el vice versa...
Dos dígitos, un diez
cinco veces dos
y se nos despedazan sus poemas
en páginas amarillas
y se nos apolillan las páginas
por su necedad de morirse...
Escríbanos poesía, Mario
una nube rosada con granizo azul
y relámpagos que partan a la mitad cualquier plaza...
No sé, algo se le ocurrirá.
17 de Mayo 2019.
Andrés Castuera-Micher.