En tus flores de oriente,
en este paraíso con código de barras
repleto de ese oro que brilla con monedas de cobre
con tapices de popelina a precio de terciopelo se apaga ess vela tuya
que apaga, a su vez, es esa manía de dormir solo,
de solo dormir por esas dos bocas empapadas de una: a nunca besada.
Mujer silenciada por el lastre de un alma robada.
para que roben tu mano sin argolla
en el momento preciso de lamer tu maldita existencia
con esta lengua seca tiempo atrás.
Lejos, lejos de la censura de tu baile clandestino,
rígeme ley de mujer,
rompiendo el cristal de la vida bien vivida,
vivida en otra vida que no quiso ser vida.
Me sorbo tu tiempo amarrado
con esa prisa de zapatos húmedos y sin zapatos.
Eleva al cielo que dice avergonzarse y llénalo de tus nubes de orgasmos y niebla.
Tú, sola, como siempre has sabido, toca el cielo mientras yo, convencional e irremediablemente hombre, caigo de la torre.
Que la noche cubra mi cuerpo de un rostro sin rastro con el tuyo de huellas profundas y constantes.
®1999, Andrés Castuera-Micher
Inédito
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