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3/5/23

A ella, la tristemente casada de los ojos serios


Lo más triste de todo es que no te volveré a ver.

Y yo acá, pensando en ti
y pensando un poco en que, usted quizá está pensando en mi.

En algunos minutos estará dormida junto a él
y pensando igual que yo, pensando en lo que pudo ser
si hubiera sido,




y aunque lo nuestro no fue desde un principio
porque no dijo nada,
y no dije nada.

Si supiera cuantas veces pedía señales del destino
y hoy, se cansó de dármelas, 
se cansó de dárselas
y ahí estaba el destino cansado y gritando.

Usted se quedó sola tres veces,
yo me quedé callado cuatro
y la mano me tembló cuando escribí mi número en ese papel
que tampoco le entregué por la misma razón por la que ahora
escribo lo que no va a leer.

Es casada, lo sé, no porque fuera con él del brazo,
lo sé por esos ojos de cansancio,
lo sé por esa sonrisa que se le escapó cuando nos encontramos.

Es casada y no es feliz, lo sé, lo sé y creo que también usted lo sabe.

Él se reía como un tonto con una película tan tonta y usted,
usted aprovechaba para regalarme una sonrisa.

Yo la ví a usted ochenta y ocho minutos,
soñé despierto con usted, 
le tomé la mano
y salíamos por el pasillo de la sala en medio de todos.

Pero de pronto me sonrío de nuevo.

No tengo la menor idea de su nombre
y usted no sabe como la amo,
como la necesito,
como la necesitaré mañana,
igual que sin necesitarla la necesité a mi lado, en esa butaca tan vacía.

Acabó la función
y mi función, la del amante furtivo,
la del secreto que tendría que guardar.
Esa función a acabó antes de iniciar.

Su sonrisa era suficiente y sin embargo, antes del final,
su sonrisa con el doble de labios que la anterior
era muy clara,
pedía a gritos que yo hiciera algo que seguramente no hice
solo le sonreí, 
como el idiota que soy,
como si lo que usted necesitara fueran sonrisas…

Mi valor,
pensamientos estúpidos como "demasiado bello para ser cierto..."

Ahora en el mismo lugar de siempre,
sentado acá, 
haciendo lo que 
no me cansó de hacer
como si a usted le hicieran falta mis letras
o algún estúpido intento de poema.

Lo que usted necesitaba lo he tratado y es ahora un nudo en la garganta.

Ahora usted está dormida a su lado
y yo, que tuve el mundo en una sonrisa,
yo que casi podía tocarla cuando el no estaba junto a usted.
Soy eso: solo yo.

¿Qué me costaba decirle algo atrevido  en un suspiro indiscreto?

Darle este papel idiota que, ahora,  adorna el bote de basura

Por si lo anterior no bastará:

Por tercera vez las coincidencias,
en la escalera, sola, como si buscara lo que no encontró.

Sus ojos serios, su sonrisa transformaba su cuerpo en ese cuerpo solo
buscando saciedad.y yo sediento de usted.

Sesenta segundos que cambiaron mi vida,
y que hubieran cambiado 
la de los dos…

El uno, el dos…

...y el tres, el tres bajando la escalera, buscándola

Y por último, el retrovisor,
ahí estaba su bello cabello 
largo y dorado, su mirada seria y su última sonrisa
con sabor a un “adiós para siempre idiota”

… y la dejé ir caminando al ritmo del pudo ser…


®2005, Andrés Castuera-Micher, inédito.


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